Hoy en día no es extraño que pasemos por algún periodo en el que nos sentimos especialmente cansadas y en el que cumplir obligaciones o simplemente realizar las mínimos tareas cotidianas nos supone un enorme trabajo y sacrificio. La fatiga puede ser una respuesta normal al esfuerzo físico, al estrés emocional, al aburrimiento o a la falta de sueño
Esta situación afecta nuestra calidad de vida, por lo que debemos adoptar una serie de medidas para acabar con el cansancio. Una de ellas es cambiar nuestros hábitos alimenticios, apostando por una dieta energética, en base a los consejos que a continuación compartimos contigo:
Equilibrio.
No comas más de lo necesario, ya que las comidas abundantes demandan más energía para su digestión, las cual se adquiere de la que necesitamos para funcionar en otros ámbitos.
Por otro lado, una dieta muy monótona y poco calórica nos priva de nutrientes necesarios para tener energía. Como puedes ver ambos extremos producen cansancio. Intenta cambiar tus menús diariamente alternando la mayor cantidad posible de alimentos diferentes, especialmente frutas y verduras.
Comienza el día con un buen desayuno.
Muchas veces, a mitad de mañana, aparece una sensación de decaimiento que puede deberse a una disminución de los niveles de glucosa en sangre, muy frecuente entre quienes toman un desayuno limitado.
El desayuno debe garantizar la energía necesaria para poder resistir el ritmo de toda la mañana sin problemas. Un desayuno completo debe incluir lácteos (leche, yogur, queso, etc), fruta y cereales.
Intenta comer cada tres o cuatro horas.
En lugar de solo tres comidas abundantes, es mejor repartir los alimentos que consumes al día en cinco tomas. Estar muchas horas sin comer produce una bajada de los niveles de glucosa en sangre (la cual actúa como “gasolina” del cuerpo), lo que nos produce una sensación de agotamiento.
Para tus meriendas escoge alimentos ricos en fibra, que proporcionan un flujo de energía estable y duradera, lo recomendable es ingerir entre 25 y 30 g de fibra al día.
Recuerda mantener tu organismo bien hidratado.
Lo ideal es beber dos litros de agua al día (en zumos, sopas, infusiones, etc). No tomar suficiente agua ocasiona que el corazón trabaje forzado y eso nos fatiga. La mejor manera de saber si estamos hidratados lo suficiente, es midiendo la cantidad de orina, es decir si vas al baño cada dos o tres horas eso significa que estas tomando el líquido que tu cuerpo necesita.
No te excedas con el café.
Contrariamente a lo que pensamos, los estimulantes (incluyendo la cafeína) no son efectivos para combatir la fatiga. Por ello no tomes más de dos cafés al día, y siempre 7 u 8 horas antes de ir a la cama. El exceso de cafeína produce un efecto rebote, que aumenta la sensación de cansancio. Por otro lado, si tomas demasiada cafeína dormirás peor y al día siguiente te sentirás más fatigada.
No te olvides de la vitamina B.
La carencia de vitaminas del grupo B puede ocasionar altibajos, ya que contribuyen a mejorar el rendimiento físico, el buen estado psíquico y a prevenir el estrés. Se encuentran en la carne de vaca, pescado, leche y derivados, legumbres, verduras y hortalizas.
Hoy en día no es extraño que pasemos por algún periodo en el que nos sentimos especialmente cansadas y en el que cumplir obligaciones o simplemente realizar las mínimos tareas cotidianas nos supone un enorme trabajo y sacrificio. La fatiga puede ser una respuesta normal al esfuerzo físico, al estrés emocional, al aburrimiento o a la falta de sueño
Esta situación afecta nuestra calidad de vida, por lo que debemos adoptar una serie de medidas para acabar con el cansancio. Una de ellas es cambiar nuestros hábitos alimenticios, apostando por una dieta energética, en base a los consejos que a continuación compartimos contigo:Equilibrio.No comas más de lo necesario, ya que las comidas abundantes demandan más energía para su digestión, las cual se adquiere de la que necesitamos para funcionar en otros ámbitos.Por otro lado, una dieta muy monótona y poco calórica nos priva de nutrientes necesarios para tener energía. Como puedes ver ambos extremos producen cansancio. Intenta cambiar tus menús diariamente alternando la mayor cantidad posible de alimentos diferentes, especialmente frutas y verduras.Comienza el día con un buen desayuno.Muchas veces, a mitad de mañana, aparece una sensación de decaimiento que puede deberse a una disminución de los niveles de glucosa en sangre, muy frecuente entre quienes toman un desayuno limitado.El desayuno debe garantizar la energía necesaria para poder resistir el ritmo de toda la mañana sin problemas. Un desayuno completo debe incluir lácteos (leche, yogur, queso, etc), fruta y cereales.Intenta comer cada tres o cuatro horas.En lugar de solo tres comidas abundantes, es mejor repartir los alimentos que consumes al día en cinco tomas. Estar muchas horas sin comer produce una bajada de los niveles de glucosa en sangre (la cual actúa como “gasolina” del cuerpo), lo que nos produce una sensación de agotamiento.Para tus meriendas escoge alimentos ricos en fibra, que proporcionan un flujo de energía estable y duradera, lo recomendable es ingerir entre 25 y 30 g de fibra al día.Recuerda mantener tu organismo bien hidratado.Lo ideal es beber dos litros de agua al día (en zumos, sopas, infusiones, etc). No tomar suficiente agua ocasiona que el corazón trabaje forzado y eso nos fatiga. La mejor manera de saber si estamos hidratados lo suficiente, es midiendo la cantidad de orina, es decir si vas al baño cada dos o tres horas eso significa que estas tomando el líquido que tu cuerpo necesita.
No te excedas con el café.Contrariamente a lo que pensamos, los estimulantes (incluyendo la cafeína) no son efectivos para combatir la fatiga. Por ello no tomes más de dos cafés al día, y siempre 7 u 8 horas antes de ir a la cama. El exceso de cafeína produce un efecto rebote, que aumenta la sensación de cansancio. Por otro lado, si tomas demasiada cafeína dormirás peor y al día siguiente te sentirás más fatigada.No te olvides de la vitamina B.La carencia de vitaminas del grupo B puede ocasionar altibajos, ya que contribuyen a mejorar el rendimiento físico, el buen estado psíquico y a prevenir el estrés. Se encuentran en la carne de vaca, pescado, leche y derivados, legumbres, verduras y hortalizas.