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Cuanto antes se afronte el sobrepeso, mayores garantías de éxito

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dietasTodavía no se ha identificado el mecanismo responsable, pero sí se ha demostrado (en ratones) que es mucho más fácil adelgazar de pequeños que cuando la obesidad ya se ha “instalado” en los adultos. Por ello, este descubrimiento muestra que es importante actuar lo antes posible ante el exceso de peso, pues cuanto más tiempo pase más difícil será corregirlo.

 

La finalidad del estudio, que ha sido realizado por investigadores de la Universidad de Michigan (Estados Unidos) en colaboración con el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina, era comparar la dificultad de adelgazar en ratones pequeños y adultos. O, si se quiere, investigar las razones por las que a los adultos les cuesta tanto mantener una pérdida de peso lograda tras una dieta y/o ejercicio. Esta investigación ha sido publicada en la revista “Journal of Clinical Investigation”.

Para ello, los investigadores se valieron de un procedimiento novedoso: utilizaron roedores de laboratorio programados genéticamente para engordar. En diferentes etapas de su vida, se activó un conmutador genético que controlaba el hambre, de forma que los ratones perdían su exagerado apetito. A continuación, se medían los efectos de una dieta en ellos.

Cuando el conmutador se aplicó nada más terminar el destete, los ratones no comieron demasiado y se mantuvieron con un peso normal sin mayores problemas. Sin embargo, cuando esta activación se realizó después, una vez que eran adultos, se obtuvieron resultados diferentes en dos grupos distintos.

Aquellos ratones del primer grupo, a los que, antes de activar el conmutador, se forzó a mantener un peso saludable a base de seguir un régimen estricto (no hay que olvidar que estaban programados para ser obesos) fueron capaces de mantener dicho peso saludable sin necesidad de régimen en cuanto se activó el conmutador que les redujo el apetito.

Sin embargo, los del segundo grupo, a los que se permitió comer a voluntad y engordaron de forma notable, cuando se activó en ellos el conmutador siguieron teniendo un peso excesivo. Y, si bien es cierto que adelgazaban cuando se les sometía a restricción calórica y a una mayor actividad física, también lo es que tendían a recuperar su exceso de peso en cuanto esta restricción forzada desaparecía. Era como si tendieran sin remedio a su “peso normal”, y que este peso era ya excesivo para siempre.

La lectura que hacen los autores del resultado de sus experimentos es que cuanto más tiempo se mantiene el sobrepeso, más difícil resulta adelgazar de forma duradera. Parece, incluso, que la obesidad se vuelve irreversible, en el sentido de que el organismo tiende a ese peso excesivo si se ha mantenido así durante muchos años.

De estos resultados debe obtenerse una enseñanza obvia: hay que evitar que nuestros hijos pequeños permanezcan obesos mucho tiempo, ya que eso les “marcará” como tendentes a la obesidad el resto de sus vidas. Sin embargo, tampoco debe caerse en el catastrofismo en el caso de los adultos.

Por el contrario, esta investigación, en la medida en que los resultados en roedores sean aplicables a humanos, debe tranquilizar nuestras conciencias al confirmar que adelgazar es difícil, y nuestros fracasos probablemente no se deben a nuestra flaqueza sino a la dificultad del empeño.

Pero esto no debe hacer que adoptemos una actitud abandonista, ni mucho menos, porque la experiencia y los expertos indican que se puede adelgazar de forma apreciable si nos mantenemos firmes y constantes en nuestros esfuerzos por mantener un peso más saludable. Por otra parte, nos aconseja buscar objetivos razonables y alcanzables, aunque no sean tan ambiciosos como nos gustaría.

 

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